El invierno trae consigo un descenso de las temperaturas y una disminución en la humedad ambiental, factores que pueden comprometer seriamente la salud y apariencia de la piel.
Con la llegada del invierno, el clima frío y seco representa un reto significativo para la piel, especialmente en lo que respecta a la elasticidad. La falta de humedad ambiental y los cambios bruscos de temperatura hacen que la piel pierda hidratación más rápidamente, provocando sequedad, tirantez y disminución en la elasticidad.
Después del verano, muchas personas notan un aumento de la celulitis debido a la combinación de factores como la exposición al sol, la falta de ejercicio y los excesos alimenticios.
La exposición prolongada a los rayos UV, el cloro de las piscinas y el agua salada del mar pueden causar daños significativos, dejando la piel seca, deshidratada y con una textura desigual.
Con el verano en pleno auge, es especialmente importante adaptar nuestras rutinas de cuidado de la piel para protegerla de los daños causados por la exposición al sol.
Tomar el sol proporciona una sensación de bienestar y un bonito bronceado, pero también puede tener efectos adversos en la piel si no se cuida de forma adecuada.
En un mundo donde la belleza y el bienestar ocupan un lugar central en la vida cotidiana, es crucial estar al tanto de las últimas tendencias en el cuidado de la piel.
La celulitis tiene como sellos distintivos su apariencia de piel de naranja, los hoyuelos o bultitos en la piel. Y como ya sabemos, se concentra principalmente en glúteos y piernas, aunque no exclusivamente.
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Este aceite, extraído de las semillas de la rosa moschata o rosa rubiginosa, se ha convertido en un elemento imprescindible en el cuidado de la belleza y la salud cutánea.